Lista de correo
Nací en Carabanchel (Madrid), a una edad sin duda demasiado temprana. Aún no existían Manolito Gafotas ni el satánico de El día de la bestia, así que solicité que, por favor, me dejaran quedarme unos años más, lo que resultó imposible.
Me enfrenté al mundo tierno y tímido como un caracol, y pronto tuve que recurrir a la imaginación para ser ese Superman al que, en apariencia, tan bien le iban las cosas. Por la noche pasaba horas a bordo de la nave Galáctica, acompañando a Apolo y Starbuck en sus aventuras y ligando con la bella Selina. También trabajé con Starsky y Hutch, los Hombres de Harrelson y Lin Chung.
Descubrí el poder de las historias. Me transportaban a otra realidad. Me hacían sentir emociones que jamás soñaría en mi día a día. ¡Me hacían vivir más que la propia vida!
… Hoy soy un poco más mayor, pero todavía me sumerjo en los libros para escapar por un rato de este mundo unas veces hostil, otras trabajoso y en el que casi siempre tienes que ser lo que los otros esperan.
Leyendo puedes ser tú. Leyendo puedes ser más que tú.
Ojalá haya conseguido eso algún rato contigo, querido lector.
Todas las grandes aventuras comienzan en verano: los Cinco se conocieron en verano, Pippi Langstrump vivía en verano (a pesar de ser sueca), incluso Harry Potter empezó a recibir cartas de Hogwarts en verano.
Y fue un verano cuando yo comencé a escribir sobre un pueblecito misterioso llamado Piedras Verdes. Y cuando se me ocurrió que en Kinegea no habría mapas, porque era un mundo tan cambiante que no merecía la pena hacerlos
Eso fue al principio la escritura: un pasatiempo de verano. Ahora, unos años más tarde, se ha convertido en algo más. Algo que me hace levantarme cada día a las cuatro de la mañana. Algo sin lo que me costaría mucho vivir.